Tania Bruguera

con Lucia Hinojosa, Diego Gerard y Dennise Abush
03/06/2015

De: Abush, Dennise; Gerard, Diego; and Honojosa, Lucia. «Tania Bruguera» Webexclusive: In Conversation, Brooklyn Rail. 3 de junio de 2015 Nueva York, Estados Unidos

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TANIA BRUGUERA

con Lucia Hinojosa, Diego Gerard y Dennise Abush

En un bar de un barrio de La Habana Vieja, en la esquina de Tejadillo y Aguacate, un cantinero sirve vasos de ron. Desde lejos, se escuchaba el eco del recio sonido de un micrófono mezclado con el odioso ruido de un taladro procedente de unas supuestas obras de destrucción o «reconstrucción» vial. El bar y el cantinero son, quizás como una oda a la vida cotidiana de esta esquina en las entrañas de la Habana Vieja. Sin embargo, los demás elementos de la escena se perciben como una acción y reacción ante un malestar social que se hace evidente en el micro-escenario de este espacio y pone al descubierto las luchas a favor y en contra de la libertad de expresión.

El micrófono emite palabras de Hannah Arendt pronunciadas por la artista cubana Tania Bruguera quien, sentada en un sillón dentro de su casa, lee en voz alta fragmentos de Los orígenes del totalitarismo. Una brigada de trabajadores perfora el asfalto de la calle Tejadillo haciendo ruido con el propósito de intimidar. Es la reacción del gobierno cubano al performance de Bruguera, otro intento de censurar o, al menos, de frenar las palabras de una artista decidida.

Es importante ubicar esta escena dentro de un contexto más amplio. El pasado diciembre, durante un intercambio diplomático y cultural entre Washington y La Habana, Tania Bruguera viajó a Cuba para escenificar su performance «Susurro de Tatlin No.6» en la conocida Plaza de la Revolución de La Habana, en la cual instala un micrófono abierto para que el pueblo cubano hable libremente sobre su país y ejerza su derecho a disentir. Cuando el performance concluyó, Bruguera fue arrestada. Aunque luego fue liberada, no se le permitió salir de Cuba y aún permanece en un extraño arresto domiciliario.

Paralelamente a la Bienal de La Habana, Bruguera continuó con su discurso abarcando conceptos propios como arte útil, arte de conducta y la es-ética cuyo fin es utilizar el arte como medio de cambio social.

«Susurro de Tatlin No. 6» y el confinamiento de la artista el pasado diciembre atrajeron la atención mundial y generaron numerosas manifestaciones bajo el eslogan «Liberen a Tania» y «Tania libre», una referencia al eslogan revolucionario «Cuba Libre». Después de cinco meses, Bruguera sigue cuestionando los límites de la libertad de expresión en Cuba y, sobre todo, forzando la situación actual de la libertad artística y creativa. Durante el performance de la lectura de Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt, Lucia Hinojosa, Diego Gerard y Dennise Abush entrevistaron a Tania Bruguera a fin de enriquecer sus conceptos sobre la búsqueda y la investigación como formas de activismo, y sobre cómo ello puede desempeñar un rol esencial para los artistas cubanos y su pueblo. Cuando concluyó el performance de la lectura, Tania fue arrestada y liberada poco después. Aún se encuentra en La Habana con una profunda sensación de inseguridad.

A modo de introducción, ¿podrías explicar las diferencias entre arte útil y arte de conducta? ¿Dirías que son antecesores del activismo?

Para comenzar, no me considero antecesora de nada porque el activismo es una práctica de los 60. Sin embargo, creo que arte útil y arte de conducta tienen la intención de dialogar con el activismo. Arte de conducta es una técnica en la cual la conducta es un medio y un mecanismo de comunicación y significación simbólica en la cual intervienen diferentes métodos. Uno de ellos es simplemente yuxtaponer comportamientos aprendidos en una situación donde no sabemos cómo comportarnos. El objetivo es jugar con el comportamiento y la conducta como medio de comunicación para generar una nueva semántica con relación a las cosas que nos rodean y comprender la dinámica social.

Arte útil es una propuesta de investigación para evaluar tradiciones artísticas, que quizás no se encuentren en los libros de historia del arte, prácticas en las cuales los artistas y los no artistas hayan asumido y utilizado el arte como una herramienta de cambio social. Podemos considerar como artísticas, e incluso como arte útil, acciones, proyectos de investigación y otras manifestaciones que no pertenecen a campos del arte pero emplean el arte como un medio para la transformación social.  Todo esto se basa en un concepto que yo llamo es-ética y significa que en estos tipos de producciones lo ético se considera algo estético, no solo en el sentido de la contemplación sino también en el de la motivación.  Se trata de reinventar el concepto de lo bello y eso se convierte en una acción ética. Para ser más específica, el arte útil se ve o experimenta en manifestaciones que reposicionan el arte llevándolo de un concepto consumista (en el que los artistas producen objetos que se consumen y poseen) a algo que tiene un significado cultural y social.

Me interesa el arte que intervenga en otras esferas del conocimiento, particularmente en el conocimiento social y político. Sí, aunque el término pueda parecer complicado, artivismo es arte y activismo juntos. La relación es evidente; el problema es el modo superficial en que la gente se ha apropiado del término. Existen acciones y situaciones que no son ni arte ni activismo y, por ende, es importante tener cuidado con lo que la gente llama artivismo. Creo que en el mundo artístico y el mundo en general, pero específicamente en el mundo artístico, existe un formalismo muy peligroso.

¿Te refieres al formalismo institucional?

Sí, un formalismo institucional que los artistas han adoptado. Esto es peligroso porque cuando algo se convierte en algo puramente formal, resulta una vía fácil de evadir el compromiso. Todo gira en torno a la apariencia de las cosas o a cómo se perciben.

¿Este híbrido (arte y activismo) actúa a favor de las personas interesadas en un cambio social? ¿O es importante separar los términos?

Los activistas, en general, tienen muchos prejuicios negativos sobre los artistas. Cuando comencé a trabajar en el tema de los inmigrantes en Nueva York, el primer choque que tuve trabajando con activistas fue darme cuenta de que existe un fuerte prejuicio profesional y clasista en relación con los artistas. Tuve que concienciar a la gente y hacer saber que existen ramas del arte interesadas y dedicadas a los que sucede en las sociedades.  Tuve que hacerles comprender que el lenguaje y la articulación del discurso de los activistas están agotados y gastados. Los activistas deben saber cómo renovar su lenguaje para que pueda llegar a las personas de un modo más sensible.

Los activistas piensan que los artistas son personas políticamente reaccionarias, vanas, burgueses, irresponsables y egoístas. Por su parte, los artistas, se pasan la vida buscando nuevas formas de expresar las mismas cosas y ellos [los activistas] siguen el pragmatismo, repiten incansablemente lo mismo para obtener resultados. Por tando, cuando hablamos de artivismo, debemos pedirle a ambas partes que sean proactivos en sus respectivas esferas.

Para ubicar esta discusión en un contexto específico: ¿En la actualidad, se encuentra el artisvimo en una posición favorable para la sociedad cubana?

El artivismo en Cuba es esencial en este momento, y ello significa que debemos concienciar a la gente, en particular al gobierno y sus instituciones culturales, los cuales no pueden comprender, ni siquiera reconocer, este tipo de arte. Esto sucede porque, desde el inicio del siglo, se ha implantado una política con la cual se está introduciendo paulatinamente en Cuba el libre mercado y eso hace pensar a los cubanos en el estilo de vida que eso pueda traer consigo. Incluso los artistas están alejándose poco a poco de las realidades cotidianas de Cuba y están empezando a vivir en la promesa de una realidad que desea establecer élites. No tengo nada en contra de las élites, pero no deben ser la única posibilidad para un artista. Los artistas, o algunos artistas, deben interesarse por lo que les sucede a sus vecinos, sus amigos, las abuelas pobres, por todas estas cosas que deben ser una preocupación esencial para los artistas.  Por ello, es de suma importancia la labor de concientización, que esto les quede claro a las instituciones culturales que hoy rechazan cualquier tipo de diálogo en Cuba. No quieren que malogremos su plan de 10 años.

Hace dos días un amigo me dijo que la situación por la que atravieso es un modo de dar una lección a los disidentes; me usan como conejillo de Indias. Todo lo que me ha pasado en los últimos meses es desproporcionado. Es fascinante.

¿Alentará esto a la comunidad de artistas cubanos a favor del activismo? ¿O se abstendrán y seguirán con el formalismo del que hablas?

No estoy segura. Hoy sucedió algo que provocó gran disgusto. El método que utilizan nuestras instituciones culturales cuando algo les molesta con relación a lo político o social, es plantear que «la obra de arte no es buena porque no es buena desde el punto de vista estético». Se valen del lado estético de las cosas para devaluar o desacreditar la obra de arte que critica al sistema o a una persona en particular.  

Lo que sucedió hoy fue algo inesperado. Un artista amigo mío, que exponía allí, me invitó al Museo de Bellas Artes. Al caminar hacia el museo, se me acercaron dos mujeres vestidas de civil y me dijeron que me aconsejaban no ir al museo. Les pregunté el porqué. Les dije que me habían invitado.

¿Quiénes eran estas personas?

Dos mujeres vestidas de civil que evidentemente eran de la Seguridad del Estado y me estaban esperando. Les pregunté cuáles eran las razones por las que no me dejaban entrar y no me dieron ninguna respuesta concreta. Les pregunté porque quizás esas razones no eran convenientes para mí tampoco. Pero no me las dijeron.

Yo soy parte de la colección permanente del museo; esta injusticia se manejó con una inaudita obstinación e ineptitud por parte del Estado. Creo que mi proyecto les molestó de veras, uno que hice en diciembre. Todo el asunto devino una lucha de poder. Pasó del plano racional a algo relacionado con el poder, como si dijeran: «no nos vas a dominar».

Algunos amigos artistas que vinieron hoy,  que se habían distanciado en los dos últimos meses, se disgustaron mucho por los eventos de hoy. Estuvieron de acuerdo en que fue algo completamente desproporcionado e injusto el hecho de que no me hubieran permitido entrar al museo a ver una exhibición de arte. Incluso, cuando las mujeres me interceptaron, pedí hablar con alguien de mayor rango, pero no se presentó nadie durante más de una hora. La humillación tiene un límite, de modo que regresé aquí. Creo que lo que han hecho es algo que puede conmover a la gente, despertarla. Le pedí a mis amigos artistas que vinieran aquí mañana cuando termine con el performance de la lectura. Cuando termine, saldré afuera, no iré a ningún lugar específico. Les pedía a ellos que caminaran por su propio bien, no para apoyarme sino por su propia lucha y compromiso. Hoy soy yo quien se ve implicada en esto, pero mañana podrían ser ellos.

Después de todo lo que me ha pasado a mí aquí, me he dado cuenta de que el gobierno se encuentra muy poco preparado con relación al arte contemporáneo, el arte de conducta y el performance.  El deseo que tienen muchos artistas de ser, en primer lugar y por encima de todo, ciudadanos es algo necesario. Por eso considero importante crear el Instituto de Investigación y Artivismo Hannah Arendt en La Habana, y no se creará solo para salir a la calle a gritar, sino para atraer a personas de todas las esferas. No estoy interesada en crear residencias de arte, prefiero pensar en las necesidades reales de Cuba. No podemos decidir el futuro de Cuba si seguimos procrastinando. No podemos esperar 20 años, ni siquiera 10; sería demasiado tarde.

¿Hay esperanza para Cuba con este tipo de arte que salta hacia lo social? ¿Puede este tipo de arte convertirse enel nuevo arte nacionalista?

Todo lo que se vea como absoluto me resulta problemático. Es muy importante que exista un poco de todo, aquí y en todas partes; gente que haga arte bello, que haga arte decorativo para enriquecer la experiencia de entrar en un hotel. Todo eso es importante. Debemos luchar por que el artivismo tenga su propio espacio, para que sea respetado en Cuba y además para que no sea visto como un movimiento contrarrevolucionario patrocinado por la CIA.  Estamos atrapados en la década de los 50 en lo relacionado con este asunto, lo cual hace que estas iniciativas sean aún más importantes.

Resulta muy complicado hablar en términos de nación-estado en el mundo de hoy. Personalmente, no creo en las naciones (Por cierto, tengo un tatuaje de Pangea.) Creo en situaciones locales y soluciones locales que pueden ser tomadas por personas de otros lugares si las condiciones lo permiten.

Para finalizar esta entrevista, quisiéramos preguntarte si tú crees que la poética, como concepto e incluso como forma de poder, está presente en tu trabajo y dónde se sitúa en relación con el arte contemporáneo de hoy. ¿En dónde se ubica hoy la poética?

Sí, creo que mi obra es bastante poética, aunque nunca hablo específicamente en esos términos.  En mi opinión, la poética tiene lugar cuando alguien puede poner al descubierto las contradicciones que existen en la sociedad y es capaz de detectar los espacios que se pueden penetrar, sea en lo social o en lo jurídico, con el fin de lograr algo que no se haya hecho antes o que haya estado prohibido. Un acto poético es lograr algo que parecía un sueño o imposible, aunque dicha realidad sea temporal. Es importante que el arte comprenda, como entidad, que quizás deba actuar en micro-sistemas. Cuando se interactúa con un micro-sistema, sea haciendo una obra dentro del espacio público o pintando un mural, no tiene que ser una obra política, se entra en un territorio que tiene sus propias leyes. Por tanto, es importante percibir el arte como un laboratorio para situaciones, en las cuales se puedan controlar las circunstancias hasta cierto punto.  La poesía existe en estas situaciones de asombro y descubrimiento. Y sí, la poesía es importante. En ocasiones, cuando la gente habla de arte útil pregunta si el resto de la creación artística no es útil. Eso no es así. No es que algunos tipos de arte no sean útiles, es simplemente que el arte útil es útil. Es importante comprender que hay poética en todo esto y que existen diferentes sensibilidades dentro coordinadas de percepción diferenciadas. En este sentido, también podríamos ampliar la idea de lo bello. Lo bello no es solo aquello que posee armonía o es sublime. Lo bello también está presente en el momento en que uno descubre algo en uno mismo, en la sociedad o en un sistema que hace que uno reevalúe y reconsidere todo.

Traducido al español por Ernesto Alvarez Valdivia