Para Claudia Cadelo y Christoph Schlingensief

7.03.2015 .
La Habana, Cuba

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«Que un día la libertad de expresión en Cuba no sea un performance» es algo que dijo Claudia Cadelo en 2009 cuando se paró por segunda vez ante el micrófono para activar la obra El Susurro de Tatlin #6 (versión para la Habana). Con la exactitud que da la honestidad, no sólo resumió en una oración el deseo colectivo que a través del arte se estaba canalizando, sino que desnudó la obra. Evidenció los límites de lo que allí estaba pasando (de la satisfacción catártica que pudimos haber tenido); examinó la insatisfacción que puede tener la libertad cuando es una ilusión y puso un reto al arte como espacio cívico.

Aquélla frase se me quedó dando vueltas por mucho tiempo, por cinco años. Cada vez que tocaba el turno a esta pieza en las presentaciones de mi obra, de los 40 minutos que dura su documentación, escogía siempre el minuto 4:29 quizás para no olvidar con aquélla frase el reto que tenía como artista.

Cuando tengo que explicar lo que quiero decir con Arte de Conducta uso el ejemplo de «Please Love Austria», una obra de Christoph Schlingensief. Esta obra consistía en poner, en una plaza pública austríaca, unos containers dentro de los cuales estaban unos inmigrantes ´ilegales´. La vida diaria de éstos era transmitida en vivo como un reality show que el artista orquestaba por una semana. Se escogía, por votación popular, a los inmigrantes que el público quería sacar del show, a sabiendas que eso representaba su deportación inmediata fuera del país.

A partir de la reacción del público esta obra evidenció, de una manera mucho más clara de lo que hubiera podido hacer ningún político, el estado de opinión en el cual estaba el país con respecto al asunto de la inmigración. Develó, con las actitudes y el comportamiento de los que llegaron hasta allí, lo que las personas pensaban más allá de lo políticamente correcto. Con la respuesta del público lo humano tomó el espacio de lo político.

Muchos pasaron por alto que la obra fue parte de un Festival de Teatro (por lo tanto los inmigrantes ´ilegales´ eran en realidad actores). Sólo tiempo después se entendió que esta operación artística necesitaba ser de un realismo feroz para poder exponer una reacción brutalmente honesta. Con esta obra el artista reaccionó al ascenso al poder político, por primera vez después de la segunda guerra mundial, de un partido político de extrema derecha, neo-fascista y xenofóbico en Austria.

Hoy le dedico a Claudia Cadelo y a Christoph Schlingenshief mi intención de poner un micrófono en la Plaza de la Revolución.