Los ojos del poder

28.04.2015 .
La Habana, Cuba

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Por cuatro meses he mirado a los ojos del poder y he resistido su mirada, entrando en un viaje en el que he tenido acceso a otra Cuba, una Cuba reservada para los que reclaman sus derechos a la libre expresión. Hoy estoy en una Cuba que no verán los turistas, ni tendrán acceso a ella los hombres de negocio cuando calculen los riesgos de su inversión en la isla, ni serán testigo de ella los artistas que vengan a la Bienal de La Habana porque estarán a salvo en la burbuja del mundo del arte. Estoy viendo una Cuba donde las personas son analfabetas sobre sus derechos civiles y legales. Estoy viendo una Cuba donde el gobierno penaliza la opinión que no quieren oír en ese momento o en ese lugar o por esas personas. Estoy viendo una Cuba que responde con violencia hacia los que piensan diferente (no importa que se manifiesten por medios pacíficos o administrativos). Estoy viendo una Cuba donde el gobierno infantiliza a sus ciudadanos. Veo una Cuba que está más interesada en adquirir oportunidades de negocios con los Estados Unidos que acceder a ejemplos de libertad individual. Veo una Cuba que es muy diferente de la promesa que se nos hizo para el siglo XXI, porque hoy tenemos a un gobierno que utiliza el miedo para estar en el poder. El miedo que la gente tiene en Cuba no es el sólo el miedo a perder su puesto de trabajo, o a que lo dejen fuera de las oportunidades de negocios que se avecinan, o a que lo marginalicen condenándolo a sentir el miedo de sus compañeros a través del abandono. No, el miedo que mantiene al gobierno cubano en el poder es el miedo que viene de la ignorancia, el miedo de no saber que uno tiene el derecho a hacer responsable a aquéllos que están en el poder y ellos el deber de responder por sus actos políticos.

Hoy soy una ciudadana cubana desilusionada.

Los ideales son historias bonitas cuando no hay nada que perder por ellos, mientras tanto los ideales son una historia difícil de contar.