Ladron de energia

28.01.2015 .
La Habana, Cuba

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La única manera de esperar es aferrarse a los hechos.

No puedo permitirme retener la imagen de mi teléfono conectado a la computadora abriendo archivos sin que yo lo haya tocado, seguro que me lo imaginé.

No puedo tratar de darle una explicación a los correos electrónicos que llegan con secciones de texto que son lenguaje de máquina, porque yo no entiendo de eso.

Que de pronto la máquina dice que no reconoce el nuevo dispositivo sin que se le haya conectado nada, seguro se rompió algo cuando se la devolvieron de la Seguridad del Estado a mi mamá, o como no es mi computadora no la debo entender bien.

Quizás sea mejor creerle a la instructora cuando le pregunto por el carro que nos estaba siguiendo la otra noche (comprobado) y ella me dice que quizás es alguien celoso espiando a un amante que se confundió de carro; quizás deba buscarle otra explicación a su respuesta cuando le pregunté por el carro que me siguió a la inauguración de una exposición dos días después y me dijo que el modelo del carro que le describí no es el que ellos usan (Geely), en fin yo no sé mucho de carros.

Seguro que el señor que se nos acercó ayer, para decirnos que había alguien filmándonos desde la otra acera, fue un loquito de la calle.

Traté de explicarle a mi madre que el técnico que ella vio redirigiendo la cámara del poste de la esquina para que capte nuestra calle y la entrada de nuestro edificio no es por nosotros, porque la cámara captará cosas que son más importantes y que no tienen nada que ver con nosotros, que no hay que exagerar.

Tampoco puedo pensar que la antena que pusieron hacia nuestra casa desde el techo del edificio de al lado, que es de la Seguridad del Estado, es por nosotros porque también se dirige hacia las escaleras del edificio, no importa que lo hayan puesto hace sólo dos semanas.

No puedo tratar de solucionar que mi teléfono celular se oiga tan mal últimamente, ni que cada vez que hago planes para una entrevista con una televisora extranjera me cita la instructora para esa misma hora a tener otro tipo de entrevista, porque la casualidad existe.

No puedo pensar que las imágenes que me sacaron en vídeo bajando de la casa con los agentes de la Seguridad del Estado y la policía, o entrando y saliendo cada vez de la estación o vestida de civil y luego de presa serán usadas en una mesa redonda porque ellos no me van a dar ese estrellato, bueno a menos que estén desesperados.

No puedo buscarle una conexión a la repentina deportación hacia Cuba de Ernesto Luis Laffitta, una de las personas que más se entusiasmó con nuestra campaña #YoTambienExijo y desde su cárcel en Ecuador nos daba apoyo, ánimo y promoción (aunque haya sido mi instructora quien le haya preguntado sobre personas que tenemos en común y sobre cómo me conoce) pero sí puedo alegrarme de que finalmente esté con su familia.

No puedo pensar que nada de esto tiene que ver conmigo, porque la única manera de esperar es aferrarse a los hechos, sin buscarles explicación.

Porque sé que esa nueva antena la han puesto no para escuchar sino para robar mi energía.

Tania Bruguera
28 de enero, 2015