Declaración Docente

2006

La enseñanza es una actividad a la que llegué como extensión de mi obra.

La enseñanza guarda relación con la ética del conocimiento, es la creación de una estructura de pensamiento y el modelado de la sensibilidad que prevalecerá en la vida de alguien durante largo tiempo. La enfoco mediante la creación de un proceso en que el estudiante tome control pleno de ello.

Trabajo en el aprendizaje como expresión visible de una experiencia. No creo en el proceso de aprendizaje como una transmisión de conceptos generales de conocimiento o referencias, sino como resultado de una experiencia reflexiva mediante la creación de obras de arte que generan esos debates.

En mi enseñanza, intento llevar pensamiento y no dar por sentado el papel del arte y los artistas, por lo que cada estudiante puede brindar sus propias propuestas y luego, durante el curso, desarrollar y poner a prueba su visión de ellas.

Me interesa explorar las formas en que las cosas se hacen artísticas. Me interesa ver qué convierte en arte un momento, brindar un proceso mediante el cual los estudiantes aprendan cómo crear un contexto para su obra y fijar las reglas mediante las cuales éstas pueden ser experimentadas.

Existe una diferencia fundamental entre enseñanza y arte. La enseñanza es transmitir elementos de consenso; el arte es perturbarlos. La enseñanza es la transmisión y memorización de elementos que nos convierten en un colectivo y se basa en un sentido de la verdad previamente convenida antes de la entrega real de datos. El arte es un espacio que conduce a una nueva negociación de significados y que a veces se realiza mediante el caos o haciendo frente a un sentido establecido de la verdad. La diferencia radica en que, incluso cuando ambas son actividades ideológicas, la enseñanza tiene un objetivo claro en la construcción de una identidad definida que guarda relación con su función en la sociedad y con las expectativas del papel del individuo y el colectivo. De algún modo, la única similitud que puedo ver entre el arte y la enseñanza es el hecho de que ambos procedimientos convencen a las personas de algo en que creemos (sean datos o ideas). En la enseñanza, la exigencia de creatividad y la exigencia de enfrentamiento a la norma parecen más bien un proceso de entrenamiento en que los estudiantes aprenden cómo comportarse y cómo crear una estructura para actuar con ella y, con suerte, cómo crear un sistema para introducir (y compartir) su punto de vista. La enseñanza brinda un terreno común para comprender un mundo común de referencias que nos hace fundamentalmente iguales (en un nivel muy básico); en el arte se le pide a uno entrar en el mundo del artista y es responsabilidad «de uno» como público encontrar un terreno común con el artista (y convertirse en un igual). Mi objetivo como profesora de arte es la interacción y apreciación de la dinámica de ambos puntos de vista.

La excitación que produce lo «nuevo» difiere en la enseñanza y en el arte. En la enseñanza, lo nuevo se relaciona con al excitación de encontrar algo que se comprende, que hemos comprendido. En el arte lo que es nuevo es descubrir lo que no sabemos, lo que no comprendemos (y a veces descubrir que no estamos seguros de quererlo comprender). Por tanto, en mi clase intento brindar un entorno seguro a fin de que los estudiantes puedan probar y experimentar su relación con el conocimiento, la tecnología, la sociedad y su comunidad.

Tengo en alto concepto el modelo del artista como intelectual y por ello les llevo el modelo en que se combinan la práctica artística y el desarrollo de habilidades críticas y de escritura.

Las escuelas pueden ser laboratorios aislados en que la seguridad de su estructura puede brindar desconexión con los verdaderos desafíos del mundo profesional. Creo firmemente en el papel de las actividades extracurriculares e interdisciplinarias y en llevar al estudiante parte de ese mundo profesional para que lo examine. Esto es algo en que trabajé durante tres años como residente del Open Practice Comité (OPC).