De detector de ideologia a detector de oportunidades

23.01.2015 .
La Habana, Cuba

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Siempre había escuchado las historias de Virgilio Piñera, de Heberto Padilla, de Reinaldo Arenas. Historias sobre lo difícil de reconciliar o perdonar. Había escuchado de cómo es más valiente decir «tengo miedo», que defender algo en lo que no se cree. De cómo, cuando se dice «tengo miedo», delante de la persona que genera ese miedo en ti, cuando te presentas ante él como presa fácil, vulnerable y desarmado, ya has ganado. También supe que cuando comprendes el arte de ser ventrílocuo, separando lo que sientes, de lo que piensas y de lo que dices, entonces los que ganan son ellos, porque un buen ventrílocuo ya no identifica desde dónde habla.

Hay una gran diferencia entre ser oportuno y ser oportunista. Para mi esas opciones están muy claras.

Pero hoy empieza a existir una mutación del ventrílocuo que lo hace bilingüe: mientras habla disciplinadamente con los policías dentro del país, dejándose usar para dañar a otros, propone el discurso contrario y hasta firma cartas públicas que lo contradicen, para quedar intacto con los que fuera del país puedan invitarlo a agrandar su currículo, engañando a todos mientras deja una estela de veneno por el camino.

Tania Bruguera

23 de enero del 2015